Los metales tienen la tendencia a volver a su estado natural y a la forma de los minerales que lo componen. Con el paso del tiempo en contacto con el ambiente, atraviesan un proceso de corrosión natural, que produce la formación de una capa de sales minerales en su superficie, llamada pátina. Cada metal puede virar a una distinta gama de colores, dependiendo de las pátinas y métodos de aplicación que se utilicen, por ejemplo, el Cobre puede tomar tonos turquesa, verdes, celestes y marrón, y la Plata tonos de negro y gris tornasolado.

Los seres humanos han estudiado estos fenómenos, logrando controlar y acelerar el proceso de corrosión natural a través de soluciones químicas, y transformando la aplicación de Pátinas con fines estéticos en una técnica artística compleja y ampliamente utilizada desde épocas antiguas, sobre todo en piezas escultóricas.

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